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Producción de alimentos sin dañar el ambiente. Una innovación para la seguridad alimentaria de México

Dentro de las políticas de conservación de los recursos naturales la producción de alimentos es un tema central. Por mucho tiempo se ha declarado que la producción de alimentos es una actividad destructiva desde un punto de vista ecológico. En otras palabras, se ha reiterado que la agricultura sólo produce alimentos destruyendo el hábitat. Amplificando lo anterior, para producir una tonelada de maíz, por ejemplo, se tiene que: 1.- Deforestar el predio para sembrar la semilla, con la consecuente pérdida de la biodiversidad del lugar 2.- Al aplicar las labores culturales para este cultivo se favorece la pérdida del suelo y la contaminación del agua, por actividades como la fertilización, el uso de pesticidas, riego que orilla al ensalitramiento y cosecha mecanizada que compacta el suelo y, 3.- Actividades como preparar el terreno para la siembra, el rastreo, surcado, etc., conllevan la alteración de la biota del subsuelo que favorecen la generación de gases efecto invernadero.

Ante estas afirmaciones, que enmarcan la actividad agrícola o pecuaria, hace una década científicos del Banco de Germoplasma del trópico mexicano, del parque científico tecnológico de Yucatán, establecieron un proyecto que entre otros objetivos planteó obtener alimentos sin destruir el medio ambiente. El proyecto definió estudiar los servicios ambientales del Ramón, un árbol multiusos de la región que según sus estudios produce al menos 20 toneladas de semillas por hectárea por año. Además crearon como parte integral del proyecto una empresa de base tecnológica.

 

 

Dicha propuesta, hecha por los intelectuales locales, se ha expuesto en varios foros y ha recibido buenos comentarios por los avances logrados y sobre todo porque propone como eje central producir alimentos sin dañar el ambiente. El reto no es menor y pretende demostrar que se puede innovar el acopio de alimentos de origen vegetal sin el daño que causa la agricultura intensiva o de subsistencia.

El modelo es sencillo por lo que vale la pena ponerle atención y consiste básicamente en volver a retomar la recolección de semillas como una actividad central en la alimentación. La recolección de alimentos empezó hace 14mil años o sea antes de la revolución neolítica o invención de la agricultura, según refiere un artículo recientemente publicado en la revista PNAS, de ­Estados Unidos.

En ese marco de reconsiderar la importancia de recolección de semillas como actividad relevante para la alimentación, hace unos días en el estado granero del sureste mexicano, Campeche, en el pueblo de Xmabén, se llevó a cabo una ceremonia sencilla, de gran importancia en su esencia para la historia de la agricultura en nuestro país, porque se oficializó el nacimiento del modelo señalado. El evento se anunció como “Establecimiento del centro de acopio de semillas de ramón”, árbol que se encuentra en los huertos mayas y que es además dominante en la selva que circunda el lugar. Los participantes comprometidos para impulsar este modelo fueron: 1.- la empresa Kishur, de jóvenes mexicanos, que ya empezó a comprar la semilla del citado árbol, por su alta calidad como alimento. ­2.- La comercializadora de los productos que se están ­generando del ramón. 3.- Los campesinos de la localidad, que viven en varias comunidades inmersas en la selva de no menos de 34 mil hectáreas en donde, como anotamos, este árbol es una especie dominante. 4.- La Secretaría de Desarrollo Rural del estado, que ha manifestado gran interés y su apoyo y 5.- El sector académico representado en principio por un centro de investigación Conacyt.

 

 

Se anotó con toda claridad que la empresa pagará a los campesinos por cada kilo de semilla recolectada del árbol del ramón, el mismo precio que se paga por kilogramo del maíz. Este modelo de pago directo al colector por acopio de semillas, seguramente tendrá efecto inmediato y directo en reducir la pobreza extrema de algunas familias en el estado, porque hay que recordar que en el 2016 el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) señaló que el 43.8 por ciento de los campechanos se encontraba en situación de pobreza.

La opción que se está concretando en el sureste mexicano, nace con base en una buena revisión sobre el particular, tal como la lectura y análisis del reporte de 1975 de la National Academy of Sciences de los Estados Unidos, que declaraba que el ramón era una especie subutilizada para fines alimenticios. De igual forma los investigadores cotejaron la importancia de este árbol para la cultura maya, cuando establecieron las colecciones vivas de las plantas de los libros sagrados de los mayas, el Popol Vuh y el Chilam Balam. Y, finalmente del trabajo de colecta, identificación y resguardo de la colección de las plantas alimenticias depositadas en el citado banco, que permitió señalar que existen al menos 18 árboles con potencial alimenticio que ha descrito la curadora de la colección de plantas alimenticias del citado banco y cuya presencia se ha podido constatar en las expediciones a la selva. Además, los etnobotánicos han evidenciado su uso como alimento.

Hay sin lugar a dudas en el modelo propuesto una buena novedad y es que define incorporar el sector forestal para paliar por lo menos la demanda de alimentos para el sector pecuario que requiere, al menos, 10 mil toneladas de granos al año, o sea que el proyecto también se propone reducir la importación de granos. La semilla del ramón, por supuesto, no es una gramínea, es una drupa, pero sabemos que es un alimento básico y altamente palatable para la fauna silvestre que habita las selvas tropicales, así como para los animales del sector pecuario de esta región del país.

Ojala la innovación que se presenta, encuentre el apoyo de la sociedad y de las futuras autoridades federales del ramo, para que se le permita consolidar sus objetivos y de esta forma contribuir a la seguridad alimentaria de nuestro país y a la conservación de la selva.